Estoy pasando mucho tiempo en Viena últimamente y en Viena,
como siempre que he vivido en una gran ciudad, me está tocando utilizar casi
diariamente el metro. La experiencia está siendo positiva y hay efectivamente
varias cosas que me gustan del metro de Viena. Hoy te las cuento.
1) Tanto las estaciones como los vagones están limpios
No voy a decir que las estaciones y los vagones siguen los estándares de limpieza del Ritz, pero en Viena se ven y se sienten limpios. No me he encontrado papeleras a rebosar, ni demasiadas pintadas, ni asientos pegajosos, ni papeles o patatas fritas tiradas por el suelo.
Algunos vagones son más modernos y otros menos, lo que quiere decir que en unos tienes que hacer un poco el Hulk para abrir la puerta y en otros, solo tienes que darle a un botoncito, pero todos están en buenas condiciones.
Sin embargo, si pasas por la estación de Stephansplatz, una de las más concurridas de la red, te preguntarás la razón por la que huele tan mal. ¿Acaso está sucia? No es así, pero parece ser que cuando hicieron la estación inyectaron un compuesto orgánico compactador en el terreno para que la bella catedral, que está justo encima, en ningún caso se viera afectada por los túneles del metro. No podemos decir que el producto no haya sido eficaz, pero hoy día desprende un olor bastante desagradable.
Al saber que en Viena tendría que coger el metro en hora punta casi todos los días, no salté precisamente de alegría. Comencé a recordar el metro parisino, en el que tantas veces me vi literalmente incrustada a otros pasajeros para poder llegar al trabajo.
En Viena, a veces los metros van o menos llenos, pero en
contadas ocasiones me he sentido como una sardina en lata. De hecho, por la
mañana, muchas veces consigo ir tranquilamente sentada.
3) La frecuencia de los trenes es muy adecuada y los horarios son muy amplios
Es verdad, los horarios de las tiendas en Viena son de lo más limitado, pero no pasa lo mismo con el metro. Las líneas de metro en Viena funcionan casi 20 horas diarias.
El metro está en funcionamiento todos los días desde
aproximadamente las 5 de la mañana hasta pasada la medianoche. Además, el
viernes y el sábado funciona continuamente, las 24 horas. De todos modos, si
cualquiera de los otros días pierdes el último metro, siempre te queda el
recurso de los autobuses búho.
En cuanto a la frecuencia, a hora punta los metros suelen pasar cada 2-4 minutos mientras que en momentos más tranquilos y el fin de semana, la espera va entre 5-8 minutos. Me parece adecuado.
4) El precio es asequible
Quizás no estéis de acuerdo con mi afirmación si cogéis el metro una sola vez. Un billete unitario en Viena cuesta 2,40€, lo que no es precisamente barato.
Sin embargo, si uno se hace con el abono anual, sale por
365€ al año, es decir un eurito por día, lo que es un precio muy interesante,
sobre todo teniendo en cuenta que el billete puede ser utilizado en toda la red
de servicios públicos de Viena.
Además, los niños hasta 6 años viajan gratis y existen precios especiales para estudiantes y mayores.
5) No hay barreras
Los estrechos y siempre engorrosos torniquetes en la entrada de las estaciones no existen en Viena, es decir, que se asume que el viajero lleva su billete validado. Naturalmente hay controles de billetes de vez en cuando (¡sobre todo los primeros días del mes!), pero no hay ningún tipo de barrera para entrar a los andenes. ¡Me encanta!
A mí me gusta viajar tranquilamente así que siempre voy con
mi billete, pero aquellos que quieran probar suerte y no pagar, lo podrán hacer
sin tener que dar saltos mortales. Sin embargo, han de tener en cuenta que les
caerá una multa de 103€ si les pillan. No me parece demasiado recomendable.
Momento Chips
Viena cuenta con cinco líneas de metro: U1, U2, U3, U4 y U6. La construcción de la U5 se ha planteado varias veces, pero todavía no se ha llegado a realizar.
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