Es en el Cerro de Santa Catalina que surge Gigia, germen del actual Gijón, allá por el siglo I. Este emplazamiento estaba protegido naturalmente porque antiguamente se quedaba aislado con marea alta y también por una muralla que rodeaba Cimadevilla y que data del siglo III. En sus proximidades ya se hallaba un embarcadero.
La puebla medieval de Gijón se fundó en torno al Cerro de Santa Catalina. La repoblación se inicia en 1400 pero la villa se expande definitivamente cuando los Reyes Católicos autorizan la construcción del puerto, construcción que se prolongará durante varios siglos y que convierte a Gijón en la capital marítima de Asturias.
El Cerro es una atalaya desde donde se domina toda la bahía. Esta situación estratégica del Cerro de Santa Catalina fue asimismo causa de su utilización militar. Del siglo XVII quedan restos de la Casa de les Pieces o Fuerte Viejo y la Batería de Santa Catalina, dos cañones orientados hacia el mar. En lo alto del Cerro también veréis muros, túneles y bunkers construidos en el siglo XX.
La cima del Cerro es hoy un esplendido mirador, un lugar de encuentro de los gijoneses donde se viene a disfrutar de las vistas, a pasear, a jugar.
Finalmente, el viejo deseo de Jovellanos de promover un gran espacio verde de ocio en el Cerro se hizo realidad.
Pero lo que quizás no imaginabais es que el Cerro de Santa Catalina es también un verdadero museo de arte al aire libre.
Y una de sus obras, muy particularmente, no deja indiferente a nadie.
Para contaros su historia tenemos que ir atrás en el tiempo. Allá por 1990 muchos, grandes y pequeños, fuimos los que subimos hasta un regenerado Cerro de Santa Catalina. Allí, en lo alto, descubrimos la escultura de la que los mayores tanto habían hablado durante meses, el Elogio del Horizonte.
La gigantesca escultura, de 500 toneladas de peso y 10 metros de altura, se erige sobre dos pilares de hormigón que sostienen una elipse casi cerrada. Esta se asemeja a unos brazos que simbolizan la unión entre la tierra y el cielo, el insignificante hombre frente al cosmos.
Su creador, el desaparecido Eduardo Chillida, la coloca en este lugar privilegiado, un acantilado donde efectivamente la inmensidad del mar y el cielo se adueñan de uno.
El hueco del Elogio te envuelve. Desde allí se puede contemplar el bellísimo horizonte asturiano mientras percibimos un efecto sonoro muy particular, el romper de las olas que nos transporta.
El moderno Elogio del Horizonte, una vez incomprendido y hasta apodado el “water de King Kong” por los más ignorantes, es hoy parte del entorno gijonés, el símbolo de la ciudad.
Sin duda es éste un paseo inolvidable que espero poder seguir repitiendo innumerables veces.
Momento Chips
Durante varias temporadas el diseño de la camiseta del Real Sporting de Gijón incorporaba una reproducción del Elogio del Horizonte, la escultura de Chillida.
Cómo me gusta leer un post sobre mi Gijón del alma !!
ResponderEliminarFelicidades pòr el relato y las fotos. Es una de mis asignaturas pendientes escribir sobre Asturias, Gijón...pero no sé cómo empezar.
Saludos.
Date un paseo largo por la ciudad y seguro que se te ocurrirán un montón de cosas. Gijón tiene rincones maravillosos.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola, aunque no nací en Gijón la llevo en el alma, mis raíces no me traicionan, vivo en Gigia, y me he dado a la tarea de hacer vídeos en YouTube de la ciudad. Enhorabuena por tu trabajo Y como me encantaría pudieras ilustrarme de sitios de Xixón para subirlos en la cuenta, saludines.
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