Y, a pesar de todo, sigo teniendo dificultades en comprender esta extraña obsesión de los países anglosajones por el intercambio de postales, en las ocasiones más inverosímiles, a cercanos y casi desconocidos, por vía postal pero muchas veces en mano.
Es cierto, es bonito saber que alguien se acuerda de nosotros. ¿Pero tiene que ser siempre a través de una postal?
En el mundo se regalan anualmente 1 000 millones de postales en el día de San Valentín.
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